viernes, septiembre 11, 2015

¿Y si fuera sin hacerlo?




Estoy valorando seriamente la posibilidad de olvidarte.  Si fuera algo que dependiera de mí, ya lo habría hecho porque, a veces, me irritas, y no sabes de qué modo.
Estaba decidido, no obstante,  a forzar a mi corazón ansioso, a mi cabeza despiadada, a olvidarte y a hacer que vieras que ya no te anhelo, cuando sucedió lo de esta noche. No sé muy bien si esto, en tu fuero interno, te halaga o te incomoda, pero lo normal es que sueñe contigo (más despierto que dormido) y que mis ensoñaciones acaben en sexo de diverso pelaje. Hacemos el amor, o follamos, o te como (casi siempre) o me comes o muchas veces me pasa como a un crío al que llevan por primera vez al parque de atracciones: te veo desnuda y disponible y no sé dónde montar. Todas tus atracciones, todos tus rincones son apetecibles, quiero montarme en todo, quiero subirme, meterme en todos tus sitios. Aunque reconozco que mi atención suele centrarse en tus pechos, tus pies y tus labios mayores. Y ante semejante oferta suele suceder que me bloqueo y acabo masturbándome a solas y con fervor y frialdad gimnástica. Y me siento culpable, no sé, acaso porque pienso que tú no has disfrutado de verdad, aunque en mi ensoñación te encanta cualquier cosita que te haga. Hasta mi mirada ansiosa te da escalofríos. Pero, al fin lobo solitario, al desahogo le sucede la decepción y correrme es tan poco divertido...

Por eso, lo de anoche fue tan llamativo.

Estabas cerca de mí y algún lance afortunado te situó en mis brazos; te abracé hasta el fondo del mundo, aspirando tu olor y pegando mis antebrazos a tu espalda. Sentí estremecerse tu ser y como si tu pecho con sus gloriosas prendas me invitarán a apretarte, a pegarte a mí. Entonces me separo un poco, sólo la cabeza y el pecho, juntas y empujantes nuestras caderas, y nos miramos sólo un par de segundos casi eternos. Inclinamos nuestras cabezas a nuestra izquierda y atrapo  tus labios con los míos.
Sólo te beso. Sólo me besas. Todo el rato. Sólo nos besamos.
No sé si lo entiendes.  No te toco la tetas. No empujo tu culo con las manos para restregarme contigo. No intento hacerte sentir mi erección.
Sólo besos. Muchos besos. Todos los besos.
¿Te das cuenta? Es mi sueño, podría hacer que te corrieras diez veces con un empujoncito, que te emocionaras y lloraras al ver mi bate del amor ardiente y enhiesto... pero no.
Sólo besos. Largos y profundos, rápidos e intensos.
Te lo digo porque, si tú quisieras, si es por eso, no me importaría que nuestra primera vez fuera así. 
Tú verás. 

3 comentarios:

Carmina dijo...

Ahhhhhhhhhhhh, wowwwww

Wolffo dijo...

Jajajaja, explíquese, explíquese...

Wolffo dijo...

Jajajaja, explíquese, explíquese...