lunes, diciembre 17, 2012

Mi hotel es mi castillo (y en él está mi trono) (8)

Al otro lado de la puerta está Selena. Es posible que se esté cambiando, que esté tirada en la cama, pensando en mí o que esté en el baño. Es curioso, o a mí me lo parece, la importancia de las palabras, incluso las no dichas. O sea, algunas palabras no tienen que ser dichas, ni escritas, basta con pensarlas, para que se desate todo su poder descriptivo y evocador. Si pienso en Selena "en el baño" es encantador. Para mí estará haciendo cosas de esas encantadoras de chicas, que las hacen tan sexys a nuestros ojos: colocarse las ligas o cosas así. Pero si entro después de ella en el baño y, en fin, huele, ya no será porque ella ha estado "en el baño", lo que pensaré es que ella ha estado "cagando". Cagando. Seguro que las mujeres lo hacen, pero me resisto a creerlo. Ni siquiera yo "cago", aunque ahora, después del paseo, no le haría ascos a una sentadita, con el periódico o la novela que me he traído, dicho sea entre nosotros. Bueno, quiero decir que si ni siquiera pienso en mí en esos términos, ¿cómo voy a pensarlo de alguien con quien quiero acostarme? ¿Y si cuando estamos en ello, entregados al más primario y bello de los instintos, se cruza por mi mente su cara crispada por el apretón, o simplemente la idea abstracta de que ella "caga"?
Bien, dejo de pensar en esas chorradas porque ella da unos golpecitos en la puerta.
- ¿Estás visible? - pregunta
- Depende... -digo mientras me agacho para inspeccionar el minibar - estoy desnudo, pero por lo demás...
Entra sin ceremonias.
- Mentiroso -dice juguetona - estas vestidísimo.
Me doy la vuelta y mi sorpresa es que ella no está, ni mucho menos, vestidísima. Mi cháchara playera ha funcionado y ella ha pasado a mi habitación con la misma blusa vaporosa encima, pero sin los pantalones que llevaba en el paseo. Huelga decir que está impresionante con sus piernecitas suaves y blanquitas al aire y sus pies, sus maravillosos pies llamándome a gritos.
- ¡Selena! ¿Qué les ha pasado a tus pantalones, no han venido a trabajar por la tarde?
- Los he despedido - aún jugando - Soy una jefa sin escrúpulos; si alguien no me sirve... ¡me lo quito de encima! Trabajo mejor con un equipo reducido

Bien, sucede. Nos besamos. Bastante. Me gusta eso de besar. La boca de Selena sabe a mujer-mujer. No a chica, ni a whisky ni nada. Ni dulzón. Sabe a mujer. Y un poco a chicle de hirbabuena, vale: fresco y sexy. La piso con mis zapatones.

- ¡Ay...!- se separa para mirar qué arma letal he usado para agredirle - ¡mierda, Wolffo, usas zapatos ortopédicos?
- ¡No son ortopédicos! - me ofende que la gente no distinga - Tienen el arco y la puntera reforzados para el estilo de vida activo del hombre moderno.
- Pues parecen los zapatos de domingo de Frankenstein - me mira y sonríe, divertida de lo poco trendy que soy - ¡Hmmmm... mi hombre moderno! - dice mientras me abraza de un modo que me deja claro que me considera más antiguo que rezar el rosario. Volvemos al asunto de los besos.

Me gustaría contar que el tema es como en las pelis, besándonos en plan voraz, desnudándonos antes de acostarnos y ejecutando elaborados preliminares contra las paredes. Pero no, ya la he pisado una vez, así que antes de volver a hacerlo hago que se siente a los pies de mi cama y me quito los zapatos sin sentarme, pisándome los tacones, con menos garbo del que me hubiera gustado.
- No es que seas un bailarín, precisamente, pero tienes tu gracia
- Bueno -contraataco, al verla sentada con las manos en el regazo -, tu pareces Sofía Petrilo, estamos en paz - Una de las cosas buenas de Selena es su espíritu deportivo. Se ríe de sí cuando toca.
Me siento más o menos sensualmente a su lado, mientras nos besamos (es difícil) y llegamos a una conclusión evidente:
- ¿Vamos a tu cama, mejor? Es más ancha...
A veces se ponen las cosas difíciles y uno piensa que no se pueden complicar más, pero uno siempre se equivoca. Cuando se trata de mí y de sexo, todo es siempre susceptible de empeorar. Y empeora. Sólo hace falta darle tiempo.

Después de más besos en su cama, retiramos las sábanas y la dejo esperando porque, aunque odie reconocerlo, tengo que ir a solucionar algo que he dejado pendiente desde el principio de este post. Me voy por la pata abajo y en esas condiciones no puedo practicar sexo con nadie, y menos que nadie con ese ser de luz que es Selena.Se ha quedado, alucinada, desnuda, en la cama, pero creo que hasta sonreía un poco. La cosa se complica.


Sentado en el trono reflexiono sobre esto y sobre aquello. Soy de proceso lento, por decirlo de forma suave, y si no tengo mi libro, mi teléfono con conexión a internet o  mi caja de medicamentos para leer prospectos no sé qué hacer mientras dura el tránsito. Es como los cantantes con guitarra, que salen al escenario sin ella y no saben qué hacer con las manos. Mi tendencia es darme de puñetazos, porque he dejado a una mujer preciosa desnuda en la cama y lo normal es que no quiera retomar el asunto donde lo dejamos, porque, bueno, yo no querría, me inventaría cualquier cosa, en serio.

En estas veo algo que me sorprende en el suelo. Es un tipo de escarabajo no repelente, simpaticote, regordete y saltarín, más azul que negro. Casi se oye el tap-tap-tap de sus patitas sierra al corretear por el suelo del baño. Viene hacia mí y pasa entre mis pies hacia la base del wáter. Me agacho hacia delante para poder seguir su periplo y me inclino algo más de la cuenta con resultados fatales: el váter no es tá bien fijado al suelo y sucede la desgracia: se levanta y el baño sufre una inesperada inundación.

Pero, ¿por qué me pasan estas cosas? En vez de estar con una mujer maravillosa entre las sábanas de una enorme cama, estoy de pie, desnudo en el baño, mirando el váter caído en el suelo y con los pies metidos en las aguas escapadas del mal fijado sanitario, sintiéndome enormemente desdichado. He debido cagarme -verbalmente, figuradamente - en lo más grande, porque Selena llama al baño
- ¿Wolffo... pasa algo?
- Selena, en serio, no entres
- No me asustes, ¿ha pasado algo?
- Sí... - miro a mi alrededor, es un asqueroso desastre - pero no te lo puedo contar.
- ¿No necesitas ayuda?
- Claro que necesito ayuda, pero hazme caso, Selena, de verdad, vete a dar una vuelta, espérame en la cafetería; esta noche, o el año que viene, te lo cuento.

Afortunadamente se ha ido. No sé si os dais cuenta de lo irónico del asunto. Digo que "afortunadamente" la mujer que me esperaba desnuda en la cama, se ha vestido y se ha ido. Y yo, como un tonto, chapoteando entre, bueno, no lo voy a decir, pero ya sabéis, y en fin, no es mi mejor día. Recojo lo gordo, con perdón, y llamo al servicio de habitaciones para recoger las aguas desbordadas, la "pequeña inundación"
- ¿Pequeña inundación, dice? - es una voz masculina muy desagradable, nasal, del tipo estoy harto de las tonterías de los clientes - ¿Es la bañera, se ha desbordado la bañera?
- No, el váter
- Oh, no, ¿el váter? ¿se ha desbodado el váter?
- Bueno, no exactamente...
- ... ¿quiere decir que está todo llenos de mierda?
- No hace falta hablar así...
- Claro, usted no va a recogerla... ¿de verdad la mierda ha desbordado el váter?
-  No se ha desbordado... y no hay... eso que usted dice - me cuesta decirlo, soy un poco remilgos para esas cosas, como lo de "cagar" - no hay... "heces", ya las he recogido yo.
- Bueno, eso está mejor, señor... - el tipo parece ahora más accesible, un poco más simpático. Y, sin embargo ahora es más desagradable, aún - Oiga, una curiosidá: ¿de verdad cagó tanto como para desbordarlo...?
- ¿Qué...? - no puedo creer que un tío me esté preguntando eso
- Que debió ser una gran cagada...
- Mire, mande a alguien, ¿de acuerdo? - y cuelgo el teléfono.

Selena se ha ido. Me ha dejado una nota "Te espero en la cafetería" pero yo estoy en bolas y al irse, Selena ha cerrado la puerta que comunica las dos habitaciones. Yo, en fin, me había desnudado en mi habitación y tengo allí mi ropa, mis llaves, mi teléfono... No puedo llamar a Selena, porque ni idea de cuál es su teléfono, desde que hay móviles, uno no se aprende los números, ni los marca.
Así que me pongo una ridícula bata morada de Selena y espero, muerto de vergënza, a que un empleado del hotel me descubra vestido como un lord inglés de vacaciones y haga desaparecer mi dignidad por completo.

¡Madre de dios, vaya viajecito!



Nada
 



Hace días que no hablamos, no sé nada de ti,
Hace días que no escribo y tú no sabes de mí
Hace tiempo que me escuchas en la cinta sin fin
Que es la sombra de mi alma y que leen otros mil
Y no sé nada, no sé nada de ti
No tengo nada, nada que hacer por aquí
Yo no soy nada, no soy nada para ti
Y no sé nada, nada de ti ni de mí

Hace tiempo los reveses se me hicieron canción
Más que días, ya son meses sin entrar en razón
Yo quiero que te intereses por cuanto hago yo
Y solo consigo, a veces, un poco de atención
Y estoy cansado, cansado de soñar
Un sueño osado, sin nada que enseñar
Ven a mi lado, que quiero hacerte volar
Aquí a mi lado y el mundo puede estallar

Detrás de la conciencia, está oculta la habitación
Donde mora la paciencia
Dime, ¿quién la inundó?

Ya desbordan los embalses y anegadas de amor,
Las tierras por las que pases las he regado yo
Ya no hay diques, ya no hay fases
Soy acaparador
de tus dichos y tus frases, soy el que te da voz
Y ya no hay nada, nada que hacer por aquí
Y no sé nada de ti, yo no sé nada de ti
Yo no soy nada, no soy nada sin ti
Y no sé nada, nada de ti ni de mí

Detrás de la esperanza, hay un sueño de amor
Se inclina la balanza
Y el el fiel me mata de dolor

Y hoy el sol está escondido, no te puedo abrazar
Todo parece perdido sin poder penetrar
Tu cabeza y tus sentidos ni tu forma de hablar
Soy un elefante herido que no sabe luchar
Y yo soy nada, yo no soy nada sin ti
No soy nada, no soy nada para ti
Yo no sé nada, yo no sé nada de ti
Yo no sé nada, nada de ti ni de mí

2 comentarios:

Mal dijo...

Darse de puñetazos es poco en semejante situación. Qué horror!!

A ver como se recompone el pobre, con lo bien que iba..

Un beso y felicísima Navidad, próspero año y felicidad

Wolffo dijo...

Yo creo que si tuviera el aspecto de Brad Pitt no me pasarían estas cosas, pero... es lo que hay, Mal, es lo que hay.