viernes, agosto 22, 2008

Lorna se me escapa (maqueta de una historia de amor)

Y puedo hacer poco, créeme. A veces (el otro día, por ejemplo), está cerca de mí, tan cerca que resulta difícil creer que no seamos la misma persona, y un par de días después está lejos. Lejos otra vez.
Vamos a ver. En mi historia con Lorna me quedé en cuando iba a ir a verla, a su despacho, en respuesta al sms firmado por el departamento de física en el que me invitaban a una entrevista para, imagino, intentar enderezar mi calamitosa trayectoria en Física Cuántica (*).
A mí no me importa demasiado la física cuántica, ya sabes, solo quiero estar ahí y que Lorna se fije en mí. Me gustaría que fuera por destacar en esta apasionante disciplina, pero como eso queda fuera de mi alcance, mi táctica, la de dejarme llevar por mi caudalosa ignorancia, está rindiendo de forma más que satisfactoria.
Ahora bien, no sé si a ti te pasa, pero yo, después de eso, del tema (después de correrme), me entra como frío, así que salgo de la ducha y empiezo a dudar sobre mi entrevista. No es muy aconsajable, no señor, machacársela antes de ir a ver a la chica de tus sueños, ya lo sé, pero es que soy un hombre débil. E idiota. Y por descontado, un salidete de la peor especie, y si la imagen de Lorna me asalta en pelotas y bajo el agua caliente, no sé, colega, es que es blanco y en botella, no puedo evitarlo.
Otra cosa que me pasa, a veces, es lo que me decía mi amigo Artie: "yo las quiero a todas, estoy enamorado de ellas, sincera y profundamente, hasta que me corro. Entonces empiezo a preguntarme: vale, ¿y qué hago yo aquí? y sobre todo ¿por qué no lo hemos hecho en su casa? Porque levantarme e irme es menos violento que levantarla y echarla a la calle". Con Lorna no era ese el caso, ya sabes, porque mi cosa no había sido en acto de servicio, como si dijéramos, sino en una especie de proyección fantasiosa y el efecto no era exactamente el de querer pirarme, sino el de ¿es realmente necesario que hablemos en ese contexto?
El contexto, no lo olvidemos, es que soy el peor estudiante de FC del planeta. Y con mis, llamémoslo así,pérdidas blancas, se fueron por el desagüe buena parte de las esperanzas que tenía de desnudar a Lorna y todo lo demás. A ver, seguía pensando que sería genial, pero ahora, no sé muy bien por qué, me parecía una posibilidad mucho más lejana.
Estamos lejos, Lorna, lejos de tener un asunto. Ese era mi estado de ánimo.
Estoy en la cafetería de la facultad. Me voy a tomar un algo para ver si se me pasan los nervios. Pido un descafeinado de máquina y un croissant; una vez delante de mí, me parece un pedido poco serio. Es más un postre que un me como esto para quitarme los nervios, y además el café está hirviendo y no quiero acartonarme la lengua si Lorna está cerca, así que, para amenizar la espera (a que se enfríe el café) y por dotar a mi comportamiento de una coherencia vital que hasta Buch podría entender, pido una caña y para empapar, ya sabes, un pincho de tortilla y un bocadillo de panceta con tomate y pimientos.
El bocadillo no está de campeonato, pero está lo suficientemente grasiento como para calmar mi ansiedad. El tercer bocado hace saltar un chorrito descontrolado de jugo de pimiento que va a caer justo en mi barriga. "Justo en mi barriga", qué desfortunada expresión. Da a entender que mi barriga es un lugar pequeño en el que es rarito que caiga un chorro de aceitoso jugo de pimientops del bocata. Lo cierto es que mi barriga es tan prominente que lo normal es que recoja los salpicones de toda la facultad de Físicas y circundantes.
Ahora mi barriga no sólo es una extensión que hay que salvar si quiero besar a Lorna. O sea, tengo que seguir salvándola, pero el problema no es ahora sólo de tamaño, sino de higiene. Mi barriga se interpone entre yo y mi amor. Por añadidura, empieza a repetirme el bocata y mi estado de ánimo es tan desastroso que me recuerda al del poeta:


"... tanto beicon se agrupa en mi costado
que por oler, me huele hasta el aliento
un bocata irresistible y homicida
un emparedado brutal me he empujado
y no hay extensión más grande que mi barriga..."


No es el estado de ánimo idóneo para enfrentarme a Lorna, pero... tengo que verme con Lorna Cor. Pero no sé si Lorna sabrá apreciar esto. Es como cuando les enseño a los del grupo una maqueta. ¿Es mejor enseñarlo cuando está todo hecho y pensado, o cuando está por hacer y se pueden aportar cosas? Si voy en este estado, Lorma me puede tomar por un desgraciado. Vale que lo soy, un poco al menos, pero no soy un desgraciado completo.
No sé si a Lorna Cor le gustan las maquetas. Pero a mí, a veces, me gusta mostrar las cosas desnudas, antes de que empiecen a andar.
¿Te gustan las maquetas Lorna?




Esta canción la escribí, en el verano de 2007, lejos de casa. Y esta grabación, luego un poco editada, está hecha con mi cámara de fotos, la que uso para grabar mis videos, pero en esta ocasión, hasta el audio es que capta la cámara. Hice esta grabación para no olvidar la canción que acababa de escribir. La cámara estaba sobre la mesita de noche del cuarto de invitados de la casa de P y E, y además de enchufarme a mí, sujetaba el manuscrito de la letra de este tema, que me encanta.
Luego grabé el tema se supone que bien, pero debería volver a hacerlo, porque me quedó fatal. Podéis comprobarlo (ya son ganas, ¿eh? os juro que quedó mal) pinchando aquí.
Alguien especial me dijo que le gustaba esta maqueta, por lo que tenía de espontáneo, y a ti está dedicada ahora que estás lejos.
Pero no te alejes demasiado, ¿eh?
Copio la letra, que me mola.


Lejos (Jorge Duret)

Lejos, de donde vengo,
Es lejos, de donde soy
De lejos es como te temgo
Y lejos es a donde voy.
Lejano y siempre atento,
pero alejándome de tu voz
Lejos, aunque estés en mi habitación
Lejos es como me siento
Y viejo es como estoy
Ante el espejo me miento
Y lo dejos todo por hoy
Manejo el viento y el tiempo
Y alejo de mí el temor
Lejos, aunque llenes mi corazón
Y a cien mil millas de aquí,
donde el sol no se atreve a llegar
hay un pedacito de mí que de ti no se quiere alejar
Búscalo, cógelo, guárdalo, métetelo en la piel
Agua de sándalo, escándalo, qué lejos estás mi bien
Lejos, muy lejos del centro,
Lejos, siempre alrededor
Lejos del árbol que intento
Plantar en tu corazón
Fruncido el entrecejo
Si estás lejos de mi opinión
Ni siquiera cuando te dejo
Te siento lejos de mi razón
Y a cien mil millas...
Lejos de la razón que me anuncia que vas a partir
Lejos de toda opción, dime nena cómo seguir
Lejos de tu rincón, de tu risa, no me quiero sentir
Lejos, muy lejos de ti y más lejos, más lejos de mí
Aun de lejos, me quejo, pues veo que vas a partir
Tus reflejos, de lejos, deslumbran, me hacen vivir